- Malcorra
Meditar es sencillo, pero no es fácil
Meditar es simple, y a la vez, no. Sólo sentarse y cerrar los ojos es simple, y a la vez no.
Hace unos días leí una frase de una psiquiatra americana que decía: «si crees que conoces a alguien «normal» entonces es que no lo conoces en profundidad«. Y es que la verdad es, nos guste o no, que somos seres complejos. El ser humano es realmente complicado y difícil de entender en muchas ocasiones. Cada uno de nosotros tiene una historia personal única, con sus vivencias, dificultades, emociones, creencias y patrones de conducta que además, convive con otros seres humanos con sus propias mochilas personales y únicas. No, no es fácil ser un ser humano.
Y tampoco es sencillo vivir en este mundo. La vida es compleja y a nuestro alrededor hay estímulos constantes que nos provocan reacciones, traen a la superficie memorias y generan pensamientos que pueden transportarnos hacia un pasado o futuro incierto, que a su vez generan en nosotros emociones intensas.
De modo que cuando llega alguien y te dice que para meditar es fácil, que no necesitas nada, que con sentarse en silencio basta, es que probablemente no está entendiendo la dificultad que entraña algo tan sencillo como tener que sentarse a «estar» con toda nuestra complejidad. No estamos acostumbrados a mirarnos y a observarnos desde dentro, por eso para muchas personas comenzar a hacerlo puede ser realmente duro.
Por ejemplo a mí, aún a día de hoy cuando la vida me da algún que otro disgusto y me sacude por dentro con dureza, el hecho de sentarme a “estar” con todo eso, en ocasiones me da pereza (que es una barrera más ante lo que me da miedito).