- Malcorra
La historia de Tomás
Tomás vivía con una sensación de presión permanente en su estómago. Algunos días el dolor era tan agudo que le paralizaba completamente y en otros la sensación de presión era más llevadera. Pero siempre estaba ahí presente. Y él sabía que su dolor no estaba relacionado con una enfermedad. Tenía la certeza de que sus síntomas eran un mensaje que su cuerpo le estaba dando, pero que aún no era capaz de entender.
Empezó a buscar ayuda para aprender a manejar su situación laboral, porque de alguna manera sospechaba que podría estar detrás de su dolor de estómago. Tomás decía que lo estaba pasando muy mal porque la empresa para la que trabajaba no iba bien y corrían rumores de despidos. Así que se implicaba mucho en sus funciones y además era muy creativo buscando soluciones eficaces frente a los problemas actuales de su departamento. Pero cuando le proponía las ideas a su jefe, éste parecía no hacerle caso. Discutían mucho por este motivo.
No se sentía apreciado en la empresa, se esforzaba mucho y nadie valoraba el esfuerzo tan grande que estaba haciendo por mejorar una situación laboral tan complicada.
Cuando no hacemos caso de las señales
Tomás terminaba su jornada laboral con un gran dolor de estómago que podía prolongarse durante días. Su estado de ánimo empezó a deteriorarse y empezaba a tener conflictos serios con su mujer y sus hijos por este motivo. Él mismo decía de si mismo «no soy buena compañía en estos momentos«.
En un intento por mejorar las cosas, repasaba una y otra vez las conversaciones que mantenía con su jefe. Le daba vueltas a todo, se preocupaba mucho y se esforzaba más.Y mientras tanto su dolor de estómago muchas veces no le dejaba ni comer. Poco importaban las tácticas que empleara para calmarse, nada funcionaba contra el dolor.
Se decía a sí mismo “este dolor de estómago viene por la rabia y frustración que siento ante mi jefe” “me siento menospreciado”. Y puede que lo que pensara sobre su problema fuera en parte cierto, pero Tomás necesitaba averiguar si había algo más detrás de todo lo que le estaba pasando.
12 comentarios en «Tu síntoma es un mensaje»
Tomar conciencia y relajarse es un primer paso, pero sí considero que después se requiere ayuda profesional, pues a veces uno no puede gestionar por sí sólo la raíz de esas dolencias. Muchas gracias!
Totalmente de acuerdo Gis, para eso estamos 😉
Un abrazo
Concuerdo plenamente, Maite, y me quedo con esta frase que resume el 80% de mi trabajo como terapeuta
«Para entender lo que nos ocurre en profundidad, debemos tomar distancia de nuestros pensamientos y explorar la sabiduría natural de nuestro cuerpo.» Maravillosa (L)
Que bueno Lorraine 🙂
Nuestro cuerpo es una maravillosa brújula vital, un abrazo
Gracias Maite por este testimonio.
Este corre corre de vida nos lleva a acostumbrarnos al dolor y no a escuchar lo que nos quiere decir.
Me queda mucho por reflexionar.
Hola Alessandra!
Gracias a ti por parar y dejar un ratito para la reflexión 🙂
Hola Maite, gracias por compartir la historia de Tomás y por recordarme lo importante que es vivir en conexión con nosotros y escuchar los mensajes que el cuerpo nos envía. Un abrazo. Sònia.
Hola Sonia,
Gracias a ti por tu comentario. Te mando un abrazo
Me parece muy importante aprender que nuestra mente y nuestros pensamientos cumplen una función más, ni la única, ni la exclusiva, ni la verdadera. El cuerpo y las experiencias directas se suelen perder al priorizar siempre los pensamientos. Gracias por tu artículo. Te invito a visitarme en http://www.azulcalido.com
Efectivamente Nicole, muchos de nosotros necesitamos volver a conectar con nuestro cuerpo y todo lo que puede ofrecernos.
Un abrazo,
Hola Maite! Excelente artículo! Me recuerda esa frase tan trillada pero tan cierta: El cuerpo grita lo que la mente calla. Es fundamental estar atentos y conectados con nuestro cuerpo, así que gracias por recordarnos su importancia. Saludos! Rosana
Hola Rosana,
Me encanta esa frase, cuando nuestro cuerpo empieza a hablar con dureza a través de esos síntomas tan incómodos y dolorosos, el proceso terapéutico comienza llevando una mirada amorosa a nuestro cuerpo para explorar que puede haber detrás. Un beso,