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12 señales que te indican que estás desconectad@ de tu cuerpo

A pesar de dedicarme profesionalmente a enseñar a otras personas a conectar con su cuerpo, en muchas ocasiones me veo absolutamente desconectada del mío. Y es que en estos tiempos que corren es fácil olvidarse de sentirnos. Es una época extraña. Vivimos con un alto grado de incertidumbre e insatisfacción. El estrés, las obligaciones, la desesperación y todo tipo de emociones negativas que solemos sentir, pueden hacer que nos desconectemos de nuestro cuerpo con frecuencia.

Muchas personas apenas pueden controlar sus emociones y cada vez más gente busca el sosiego en forma de pastillas con químicos que les anestesien o comprando cosas que no necesitan. Nos desconectamos de nosotros, de los demás e inevitablemente lo hacemos también de nuestro planeta.

Muchas de las dificultades de esta época tienen que ver precisamente con eso, con vivir anestesiados, desconectados de nosotros mismos porque no somos capaces de tolerar tanto dolor y sufrimiento. Nos olvidamos de nosotros en un intento por olvidarnos de lo que nos rodea. Y al hacerlo perdemos el potencial para disfrutar de la vida y mejorar las cosas.

Estar desconectada de tu cuerpo es sentirte extraña en tu propia piel.

¿Cómo se si estoy desconectad@ de mi cuerpo?

Permanecer constantemente conectados con nuestro cuerpo es prácticamente imposible. Normalmente oscilamos entre estados de conexión y desconexión. Cuanto más tiempo lo estemos, mejor. Así que es tan importante  saber cómo puedes conectar contigo como poder darte cuenta de cuándo no lo estás.

 

Estas son algunas señales que pueden indicarte que hace tiempo que no "habitas" tu cuerpo:  

No estás sintiendo tu cuerpo. No notas gran cosa cuando tratas de sentirte.

Tu postura no está equilibrada. Curvas tu espalda, elevas los hombros, aprietas la mandíbula…

Te maltratas con excesos de aquello que a dosis altas resulta nocivo para ti: trabajo, deporte, comida basura, alcohol, emociones negativas y drama personal…

Sientes tu respiración restringida, rápida e irregular.

Tu cuerpo sufre de tensión, especialmente en la espalda, los hombros y la tripa. Te sientes cansada a veces enfadada sin ningún motivo, como si tuvieras las típicas rabietas de niña.

Vas como una moto. Y las prisas no te permiten SENTIR.

Tienes una sensación de calor eléctrico en la cabeza y en la cara.

Dejas de escuchar a los demás.

Te haces daño de manera sutil o no tan sutil, para sentir algo (por ejemplo con un diálogo personal muy dañino).

Estás irritable. Todo te molesta: el ruido, los olores, la luz, la gente…

Todo tu cuerpo parece acorazado como si tuvieras una armadura que no te permite moverme con libertad. 

Dejas de sentirte afortunada y agradecida.

Necesitamos de una gran valentía para desmantelar nuestra coraza y permitirnos sentir. Es un proceso que lleva tiempo y se realiza poco a poco, que es como al cuerpo le gusta trabajar. 

Estoy organizando un grupo de conciencia corporal en Santa Cruz de Tenerife en el que aprenderás a desarrollar distintos modos de conectar con tu cuerpo. Si sientes que podría ser algo interesante para ti, contacta conmigo aquí:

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